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martes, 30 de octubre de 2012

Un molín fluvial rescatado del olvido. El Navaliego (Asturias)


Artículo de Marta Varela

Los paisajes de cuento mágico existen. Un trocito de ellos está en el valle de Tolivia, en la pequeña localidad lavianesa de El Navaliego. La entrada se hace por el interior de un castaño centenario y se baja paralelo al río que da el nombre a esta población entre nogales, robles y castaños para llegar hasta un molino fluvial con más de doscientos años de antigüedad. Un complejo hidráulico que da vida la molienda y que ha sido rescatado del olvido para conocimiento de las nuevas generaciones.

La recuperación de esta joya del patrimonio etnográfico tiene su historia. Allá por el mes de marzo los vecinos localizaron a la entrada del pueblo, en una zona dominada por zarzas, ortigas y matorrales, una especie de pared de piedras. Decidieron investigar y, a pesar de que pocos conocían su existencia, una persona cercana a cumplir los cien años, les contó que allí había un molino fluvial. Olegario González, uno de esos lugareños, tuvo claro qué hacer con el hallazgo: «Teníamos que recuperar el molín para el pueblo y todo el valle».

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Este escayolista de profesión asegura que «estaba dispuesto a hacerlo solo, aunque ya estaba inmerso en la recuperación de varias casas que había comprado en el pueblo. Con la idea de recuperar un símbolo de la historia y el patrimonio de El Navaliego pronto se sumaron al proyecto de revitalizar el viejo molino otros vecinos como Corsino Fernández, Manuel González 'El Tordu', Manuel Álvarez 'Porrín' y 'Tista'.

Reconocen que el trabajo fue duro, porque la maleza se había adueñado de todo el lugar. Necesitaron mucha ayuda y agradecen que el Ayuntamiento lavianés les prestara apoyo aportando material. «Fue gracias a la implicación del teniente alcalde Julio, que ye natural de aquí», destaca 'El Tordu'.

Guiados por Olegario, un escayolista que se ha especializado en trabajos etnográficos, han logrado recrear un espacio casi único en Asturias. Un paraje que conserva toda la belleza natural y ofrece al visitante variada simbología y tradiciones, como una fuente en la que se observa la cabeza de un oso que tiene entre sus fauces una trucha de donde sale el agua del propio río.

Pero su mayor orgullo es que tras recuperar la antigua balsa, resaltan, han logrado que el centenario molino fluvial funcione.

Para probarlo nada mejor que moler cebada. Recurrieron a un maestro de la talla de la piedra, un vecino del valle, David Moral, que ayer llegó del pueblo de Vigalperi para picar la rueda del molino. «Estaba demasiado gastada y no molía bien. Esto se hacía a menudo para hacer que moliese fino», explicaba mientras no dejaba de tallar la piedra de la instalación.

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Con el molino recuperado, estos vecinos quieren reconocer el trabajo de todas las personas que han aportado su granito de arena. A ellas les dedican este logro.

En una talla sobre madera aparecen los nombres de todas las familias de El Navaliego. Hoy le entregarán la llave del molino a Cilia, una vecina de 97 años que «fue esencial en la recuperación del molín, ya que ella lo recordaba y bajaba a diario ver los avances de la obra».

El trabajo etnográfico realizado será presentado está tarde a todos los que quieran acompañarlos en una romería asturiana que denominan 'la fiesta del maíz' y es que todas las viandas estarán relacionadas con el maíz: tortos, boroñas... Todo ello regado con sidra y ambientado con la mejor tonada de la zona.

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